César E. Chávez
Biografía para la enseñanza media

Capítulo 1: Narraciones y cuentos
(Narrations and Stories)

“La preservación de la cultura propia no requiere que se desdeñen ni desprecien otras”. [1]
César Estrada Chávez

Las narraciones pueden desempeñar un papel crucial en la presentación de la historia. Son las enseñanzas, los consejos, los cuentos y proverbios de su niñez los que impulsaron a César E. Chávez a convertirse en portavoz de miles de personas y ejemplo a seguir para muchos millones. Nació el 31 de marzo de 1927 cerca de Yuma, Arizona. Sus experiencias tempranas lo moldearon y enraizaron firmemente en una rica tradición mexicoestaounidense. Su vida posterior haría que se abriera a nuevas influencias que iba a utilizar para unir a personas de muchas nacionalidades y creencias distintas.

Tuvo siempre una relación muy firme con su familia. Le dieron el nombre de su abuelo paterno, Cesario “Chayo” Chávez, que llegó a los Estados Unidos en el siglo XIX. El hombre había sido un campesino en un rancho mexicano ligado a los terrenos mediante una deuda de peonada y escapó a Estados Unidos para poder tener una vida mejor. Los abuelos de César, Cesario y Dorotea, vivieron en un otorgamiento de tierras de colonización de más de 40 hectáreas (100 acres), en Arizona, con sus catorce hijos. Uno de ellos, llamado Librado, llegó a ser el padre de César. Librado se casó con Juana Estrada y tuvieron seis hijos, de entre los que César era el segundo. Librado estuvo trabajando en el rancho familiar hasta que tuvo más de treinta años. Poseía varios negocios pequeños; pero no podía ganar nunca mucho porque se encontraban en una zona aislada y, además, utilizaba gran parte de su dinero para ayudar a otros. Al fin, perdió sus tierras y la familia Chávez se fue a vivir con su abuelita (Dorotea de Chávez) a quien le llamaban, “Mamá Tella,” que iba a tener una profunda influencia sobre César.


Fotografía de bebé de César E. Chávez
Fotografía por cortesía de la César E. Chávez Foundation

La madre y la abuela de César le enseñaron mucho respecto a la sinceridad y la caridad por medio de sus actos. Su madre, Juana, fue un ejemplo de lo importante que es ayudar a otros, sean cuales sean sus orígenes. Chávez recordaba que “había prometido no rechazar nunca a nadie que acudiera a ella en busca de comida y que lo hacían mucha gente común y muchos vagabundos, a cualquier hora del día y la noche. La mayoría de ellos eran blancos [no mexicanos].”[2] Su ejemplo bondadoso fue un modelo para César de la caridad que muchos tienen sólo de labios para afuera. Su abuelita, Mamá Tella, fue un ejemplo de amabilidad, transmitiendo su sabiduría. Se esforzó en enseñarles a los niños Chávez la importancia de ser personas morales mediante narraciones, relatos, consejos y proverbios que tenían siempre una moraleja. Más tarde, en el curso de su propia vida, César siempre recordó a su abuelita como una persona sabia. A ese respecto, dijo: “No entendía lo sabias que eran sus palabras; pero eso es algo que he podido comprobar muchas veces.”[3] Durante toda su vida, César siguió las enseñanzas de su abuelita en sus actos y reflejó la bondad de su madre hacia los demás. También fue un ejemplo de sus valores de “practicar lo que uno predica.” Aprendió que no le resultaba posible limitarse a decirles a otros cómo deberían vivir, sino que debía demostrárselo por medio de su propio ejemplo.

Mamá Tella se aseguró de que César tuviera bases religiosas muy firmes. Todos los niños aprendieron lo que significaba ser católicos romanos fieles. Les enseñó a apreciar las ceremonias y enseñanzas de la iglesia católica. César se convirtió en un hombre que confiaba en su fe para obtener fuerza y dirección. Entendió que la religión unía a las personas y las hacía fuertes. Un ejemplo de símbolo unificador es la Virgen de Guadalupe que, para los católicos mexicanos, representa una relación única entre el pueblo de México y la iglesia católica romana. Muchos católicos mexicanos (y otros latinos) creen que la Virgen se apareció a los pueblos de las Américas como doncella india para facilitar y bendecir su conversión al cristianismo. Por consiguiente, la Virgen de Guadalupe ha sido siempre una fuerza unificadora para muchos México-estadounidenses. César fue siempre fiel a sus creencias espirituales, que guiaron tanto su vida cotidiana como sus actos políticos.


César E. Chávez de joven, con su hermana
Fotografía por cortesía de la César E. Chávez Foundation

César escuchó las historias sobre la vida en México y los Estados Unidos después de la Revolución Mexicana. Esos relatos influyeron en que percibió el mundo en el que se estaba desarrollando. Su familia hablaba mucho de lo injusta que era la vida en México. Describían cómo explotaban a los trabajadores los dueños de las haciendas. Sabía que los terratenientes esperaban un trabajo sin descanso a cambio del privilegio de obtener un salario mezquino. Oyó hablar de la vida fácil que tenían los ricos a costa de los pobres trabajadores. Esos relatos sobre la explotación de los pobres por los ricos prepararon el terreno para su fe poderosa en la importancia de la equidad y la justicia. Muy pronto, comenzó a pensar que los pobres eran moralmente superiores. Llegó a esa conclusión porque entendió que eran los pobres los que realizaban la mayor parte de los trabajos manuales más duros. Asimismo, eran los pobres los que se cuidaban unos a otros, a pesar de que apenas tenían lo suficiente para ellos mismos. En opinión de César, eran los pobres los que llevaban una vida moral.

Los relatos sobre injusticias no terminaban en la frontera. Su abuelo hablaba de casos de corrupción de los políticos en El Paso, Texas. Por su parte, Librado relataba los esfuerzos hechos por su familia para obtener poder político en Arizona, votando como un bloque unido de personas. El padre de César se convirtió en uno de los líderes de los méxico-estadounidenses de Arizona y, de ese modo, se dio cuenta por sí mismo del poder que podía obtenerse al unir a la gente.

Capítulo 2: Cultura (Culture)

“Necesitamos ayudarles a los estudiantes y sus padres a amar y preservar la diversidad étnica y cultural que nutre y fortalece esta comunidad -y esta nación.”
César E. Chávez

Un problema familiar para los méxico-estadounidenses es el de los prejuicios en las escuelas. Mientras vivía en Yuma, Arizona, César descubrió lo que era la vida de un estudiante que había crecido hablando y leyendo español en casa. Sus lecciones sobre los prejuicios comenzaron desde su primer día en la escuela, a los siete años de edad, cuando los otros niños empezaron a burlarse de su acento y a llamarle “sucio mexicano.”Sus maestros lo castigaron por hablar en español. En aquel entonces, se permitían en las escuelas los castigos corporales y el niño descubrió que le pegarían por hablar en español. A ese respecto, dijo: “Cuando hablábamos en español, el maestro arremetía contra nosotros. Recuerdo que la regla silbaba en el aire hasta que su borde me golpeaba con fuerza los nudillos”.[4] Cuando había peleas entre los niños mexicanos con los anglosajones, los maestros y los directores de escuela se ponían siempre del lado de los anglos. Este tipo de tratamiento hizo que se reafirmara todavía más en César la importancia de la justicia. También le enseñó la importancia de dejar que las personas sean lo que son. Vio lo desalentador que era que le castigaran a una persona por ser lo que era.

En 1937, desahuciaron a César y su familia de sus tierras en Arizona y fueron a vivir en California como trabajadores migratorios. Se unieron a muchos otros que fueron a California durante esa época de la Gran Depresión. Así experimentó lo que significaba despertarse a las tres de la mañana, ir en un camión durante una hora para llegar a los campos, trabajar al sol durante todo el día y regresar al anochecer después de otro recorrido largo, tan sólo para volver a comenzar lo mismo a la mañana siguiente. Se dio cuenta de que este tipo de trabajo manual duro daba como resultado salarios mínimos y discriminación. También llego a comprender que no había ninguna seguridad para los trabajadores ni sus familias. Si le ocurría algo a un trabajador, mala suerte para sus familiares. César creció sabiendo lo que exigía ese tipo de trabajo a los cuerpos y los espíritus de las personas.

También aprendió las historias de otras culturas y otra gente. Cuando su familia empezó a trabajar en California, lo hicieron junto a una multitud de razas. César vio que los afroamericanos, los angloamericanos y los asiáticos estadounidenses tenían todos ellos las mismas experiencias de luchas, conflictos y desplazamientos. Durante toda su vida, César se aseguró de que su trabajo ayudara a personas de todas las razas a tener éxito. Los vio como hermanos comunes que podían unirse. Básicamente, se desarrolló con el entendimiento de que la fuerza de la democracia se debe al trabajo conjunto de personas diversas. Nunca olvidó esa lección importante. Esta es una de las razones por las que César E. Chávez no es sólo héroe para los méxico-estadounidenses, sino también para todos. Creía en la fuerza de las personas y lo demostró por medio de sus actos.

De niño, aprendió mediante los relatos de su familia, sus experiencias personales y las enseñanzas de otros. Esas bases, al combinarse con sus propias experiencias durante su adolescencia, hicieron que surgiera en su interior un fuego que no iba a extinguirse nunca.

Capítulo 3: Los trabajadores (The Workers)

“Es irónico que quienes aran la tierra, cultivan y recolectan las frutas, las verduras y otros alimentos que llenan sus mesas con abundancia, no tengan nada que les quede para ellos mismos.”
César E. Chávez

Durante sus años de la adolescencia, César experimentó personalmente las condiciones de trabajo de los peones migratorios. Vio la desesperación en los campamentos migratorios, presenció la explotación de los trabajadores agrícolas, tuvo que sobrevivir con los salarios escasos y experimentó el racismo más espantoso. Dedicó el resto de su vida a combatir esa situación y ese modo de vivir.

La familia de César siempre estaba en movimiento. Se estima que durante la época de la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial, cerca de 250,000 personas fueron trabajadoras migratorias tan sólo en California. Estuvieron siguiendo el sendero de la recolección, ganando apenas lo suficiente para sobrevivir. Tenían que gastar además una buena parte de su dinero precioso para adquirir gasolina que les permitiera ir a su próximo lugar de trabajo. Era una vida dura e insegura, llena de trabajo manual muy duro.


Los campamentos migratorios en los que les obligaban a quedarse eran deplorables. Muchos de ellos no tenían plomería interna y apenas electricidad. Las casas eran cabañas de madera, llenas de corrientes de aire y humedad. A veces, la familia tenía que prescindir de cabañas y vivir en tiendas de campaña. Las compañías explotaban a los trabajadores, cobrándoles rentas elevadas por sus viviendas. Tomaban directamente los importes de las rentas del pago de lo que ganaban. Las familias migratorias no tenían más remedio que quedarse en esos lugares y comprar sus comestibles y materiales en las tiendas que eran de propiedad de las compañías mismas.


Campamento de trabajadores migratorios
Fotografía de Cris Sanchez, por cortesía de United Farm Workers

Los trabajadores migratorios tenían que tratar con contratistas deshonestos. Dichos contratistas son personas pagadas por una compañía (en este caso los agricultores) para encontrar peones y vigilarlos. Por desgracia, muchos de esos contratistas eran deshonestos; pero eso no le importaba en absoluto a las compañías, en tanto la producción siguiera adelante. Muchos de ellos recibían una porción de los beneficios que les pagaban a los trabajadores. Algunas veces, muchos de ellos les pagaban de menos a los trabajadores y se guardaban el resto para ellos. En otras ocasiones, indicaban que los productos agrícolas pesaban menos que lo que era real con el fin de defraudar a los peones, o bien, no pagaban los impuestos correctos y se embolsaban el dinero correspondiente. Había incluso veces en las que los trabajadores tenían incluso que darles dinero a los contratistas para tener la oportunidad de trabajar, porque en esa época había mucha gente que buscaba empleo con desesperación.

César aprendió todas esas cosas directamente, de niño, mientras trabajaba en los campos. Tuvo que abandonar los estudios en la escuela después del octavo grado porque su padre se lesionó en un accidente de camión y ya no pudo seguir trabajando. Tuvo que dejar de estudiar para ayudar al sostenimiento de su familia.

En cierta ocasión recordó la tremenda dureza del trabajo en los campos, diciendo:

“Es como estar crucificado. Tiene que caminar torcido, agachado, de cara al surco y desplazándose perpendicularmente a él. Siempre se la pasa uno tratando de encontrar la mejor postura porque no se puede caminar completamente de costado y es demasiado difícil …”[5]

Como resultado de esta experiencia, una de las metas de César fue lograr que fueran más tolerables las condiciones de trabajo de los peones migratorios.

Capítulo 4: Dignidad (Dignity)

“Muchos años de enseñanzas mal enfocadas han dado como resultado la destrucción de lo mejor de nuestra sociedad, nuestras culturas y nuestro ambiente.”

“La verdadera educación debe consistir en resaltar la bondad y lo mejor de nuestros propios estudiantes. ¿Qué mejores libros puede haber que el de la humanidad misma?”
César E. Chávez

Durante su adolescencia, en la década de 1940, César se enfrentó a un racismo horroroso que dejó una huella firme en su conciencia. Recuerda haber ido a un restaurante en el que había un letrero que decía “Sólo se sirve a los blancos”. Cuando pidió una hamburguesa, la mesera se rió de él y le dijo: “No les servimos a los mexicanos.” Una vez lo arrestaron por sentarse en una sección de un cine no destinado a los mexicanos. Las escuelas a las que asistió estaban también segregadas y llenas de prejuicios. Se acuerda de que a los estudiantes los obligaban a correr vueltas alrededor de la pista atlética porque hablaban español o cuando los castigaban a escribir 300 veces en el pizarrón (encerado): “No hablaré en español.” Una vez, él mismo tuvo que llevar puesto un letrero que decía: “Soy un payaso. Hablo en español.” Esas experiencias le enseñaron que la segregación destruye el valor de las personas a los ojos de otros. Más tarde, habló de lo dañino que fue ese racismo y de las cicatrices que dejó en su autoestima. “Sigo sintiendo los prejuicios al cruzar el umbral de una puerta. Espero que me rechacen, incluso cuando sé que no hay prejuicios en ese lugar.”[6] Durante toda su vida, hizo todo lo que pudo para incluir siempre a los demás en todo, para que no se sintieran como forasteros.


Un letrero de sólo blancos en una ventana
Fotografía de los National Archives

César creció en una época en la que las juventudes méxico-estadounidenses estaban intentando distanciarse de la corriente principal. Muchos de esos adolescentes adoptaron la ropa de pachucos o petimetres (zoot suit.) Consistía por lo común en una chaqueta larga con pantalones anchos y angostos en el doblez (ajustada), colgaduras en las rodillas y con pliegues profundos en la cintura, además de una cadena larga de reloj de bolsillo. Este tipo de vestimenta se convirtió en símbolo del individualismo. Por desgracia, muchos otros estadounidenses, sobre todo los de las fuerzas armadas consideraron que esos pachucos eran antiamericanos. Durante un período breve, en Los Ángeles, en 1943, se produjeron toda una serie de amotinamientos (Zoot Suit Riots) cuando hubo militares estadounidenses que se dedicaron a golpear a los pachucos. En su libro Up From Mexico, Carey McWilliams (que fue testigo presencial), describe una escena durante los motines de los pachucos:


Por las calles del centro de la ciudad de Los Ángeles, una chusma de varios miles de soldados, marineros y civiles se dedicaron a golpear a todos los pachucos que encontraban a su paso. Esos grupos penetraban en las grandes salas cinematográficas, le ordenaban a la gerencia que encendiera las luces y se dedicaban a recorrer los pasillos, sacando a los mexicanos de sus asientos. Detenían los tranvías, arrojando fuera de sus asientos a mexicanos, filipinos y negros, empujándolos a la calle y golpeándolos con tremendo sadismo frenético.[7]

Al igual que muchos otros jóvenes mexicoestacounidenses, César quiso escapar de ese tipo de mundo. Para muchos hombres mexicoamericanos, el único modo de huir de la vida en el barrio o los campos era unirse a los militares. César se inscribió en la marina cuando tenía diecisiete años de edad. Sirvió allí dos años durante la Segunda Guerra Mundial y, luego, se reunió con su familia en los campos. Sin embargo, ya no era adolescente. Ya estaba totalmente listo para convertirse en adulto tanto en lo familiar como en sus actividades sindicales.

En 1948, César Estrada Chávez se casó con Helen Fabela y fueron siempre compañeros en el matrimonio y el trabajo. La esposa estuvo respaldando siempre en silencio a su marido en sus esfuerzos y proporcionó estabilidad para la familia mientras César trabajaba de modo incansable en pro de la causa de los trabajadores migratorios. Entre 1949 y 1958, Helen y César tuvieron ocho hijos. Helen ayudó en las finanzas, trabajando en los campos, ya que César no recibía mucho dinero por su trabajo. La fuerza de la mujer se pone de manifiesto con toda claridad en la respuesta que le dio a su marido cuando se preparaba a iniciar su propio sindicato. A César le preocupaba que la nueva empresa fuera demasiado dura para Helen. Esta última recuerda: “ … no me preocupé ni me asusté … Nunca tuve ninguna duda de que tendría éxito.”[8] Sabía que juntos podrían afrontar cualquier cosa que la vida les destinara.

Capítulo 5: La Causa (The Cause)

“Es posible desanimarse por las injusticias que vemos por todas partes. Pero Dios no nos prometió que el mundo sería humano y justo. Nos da la vida y nos permite escoger el modo en que utilizaremos nuestro tiempo limitado en la tierra. Es una oportunidad imponente.”
César E. Chávez

Mientras crecía y trabajaba en los campos, a César le parecía evidente la importancia de un sindicato. Los trabajadores migratorios trataban de unirse para lograr mejores pagos y condiciones de trabajo más apropiadas por mediación de los sindicatos. La mayoría de los trabajadores deseaban obtener más pagos por las cantidades de productos agrícolas que ayudaban a cosechar, un trato más justo por parte de los contratistas de peones y seguro contra accidentes. Incluso tuvieron que hacer peticiones para conseguir excusados (letrinas) y agua potable accesible en los campos.

Para las compañías, estas demandas costaban dinero -por lo que hicieron todo lo que pudieron para no tener que pagar. Muchas de ellas consideraban que si cedían ante las demandas de algún grupo de trabajadores, se verían obligadas a aceptar también otras. Hasta los mejoramientos pequeños costarían una gran cantidad de dinero porque incluían a miles de trabajadores y grandes extensiones de tierras. Además, muchas compañías estaban convencidas de que las exigencias de los trabajadores no podrían satisfacerse nunca, por lo que no veían la necesidad de iniciar un rumbo que costaría dinero y no tendría fin. Así que, en lugar de ayudar a los obreros, la mayoría de las compañías utilizaron tácticas destinadas a derrotar a los sindicatos. Les pidieron a los tribunales que impidieran que los sindicatos boicotearan o establecieran piquetes de huelga. Contrataron a “matones terroristas” de otras partes del valle para que se encargaran de golpear a los huelguistas. También recurrieron a esquiroles ilegales para reemplazar a los trabajadores en huelga. Hacían que la policía se presentara y arrestara a los huelguistas por causar trastornos. Finalmente, usaron los medios de comunicaciones para presentar a los huelguistas como violentos y antiamericanos. Puesto que había sentimientos anticomunistas por todo el país, las compañías trataron de hacer que los líderes sindicales parecieran ser socialistas y comunistas. Esto se conoce como “acusar de ser rojos,” porque muchos de los países comunistas adoptaron banderas rojas y que el color rojo representa muchas veces al socialismo y el comunismo. La gente que utilizaba esas acusaciones esperaba que la etiqueta de “rojo” haría que el pueblo se pusiera en contra de los huelguistas. Las acusaciones de comunista contra César continuaron durante las décadas de 1960 y 1970. En esa época se mantuvieron archivos del FBI sobre César y otros líderes del UFW (Trabajadores Agrícolas Unidos.)


César tenía varias personas como modelos para sus actividades sindicales. La primera de ellas era su propio padre, Librado, que formó parte de muchos sindicatos mientras él estaba creciendo. Otra fue Ernesto Galarza, que organizó durante la década de 1940 muchas huelgas en las que participó la familia Chávez. Posteriormente, Galarza fue consejero de César cuando comenzaba a constituir el liderazgo de su propio sindicato. Sin embargo, su primer ejemplo de lo que significaba ser organizador se lo dio un sacerdote católico, el padre Donald McDonnell, que determinó que las necesidades materiales de los trabajadores migratorios requerían tanta atención como las espirituales. Comenzó a enseñarles a algunos de los trabajadores migratorios cómo organizarse ellos mismos para lograr el mejoramiento de sus situaciones. Les aclaró que el hecho de organizarse y mejorar iba de acuerdo con las enseñanzas de la iglesia católica. El sacerdote consideró a César como su amigo y asistente. Se dio cuenta de que Chávez tenía un gran potencial y lo animo a leer. Una de las obras que leyó fue Life of Gandhi (La vida de Gandhi) de Louis Fisher. El libro le causó una profunda impresión y tomó muy en serio las enseñanzas de Gandhi, como iba a demostrarlo más adelante.

Chapter 6: Adiestramiento (Training)

“Cuando se está junto a personas que creen en algo con mucha firmeza — ya sea en la religión, la política o los sindicatos—, se logran muchas cosas.”
César E. Chávez

Gracias a su asociación con el padre McDonnell, César conoció a otro hombre que iba a influir mucho en su vida: Fred Ross. Aunque no se conocía bien la situación difícil de los trabajadores migratorios fuera de California y Texas, cuando menos se estaba prestando cierta atención a las condiciones duras de los latinos de las zonas urbanas. Fred Ross representaba a la Community Service Organization (Organización de Servicios de la Comunidad) cuya misión era ayudar a los líderes comunitarios a que se prepararan para cambiar sus propias comunidades. Enviaron a Ross a fundar capítulos de la CSO por todo California. En uno de sus viajes, le preguntó al padre McDonnell si podría recomendar a mexicoamericanos locales a los que poder adiestrar. César era uno de los que se encontraban en la lista que proporcionó el padre McDonnell. Después de una reunión que duró dos horas, Fred Ross escribió en su diario: “Creo haber encontrado a la persona que estaba buscando.” César terminó ofreciéndose como voluntario y, luego, trabajando para la CSO desde 1952 hasta 1962.

Debido a su participación en la CSO, César aprendió con rapidez cómo convertirse en organizador. Comenzó como voluntario, ayudando al registro de votantes. Muy pronto lo ascendieron a presidente de las campañas de registro de votantes de la CSO. Entre él y sus amigos reclutaron a tantos votantes que muy pronto encontraron oposición. Se le acusó de ser comunista y se le reprochó ser rojo en la prensa local. Puesto que no se echó atrás, comenzó a ganarse la simpatía y el respaldo de los ciudadanos vecinos. César reconoció muy pronto lo importante que era que él y los miembros de su grupo se mantuvieran firmes incluso cuando los demás los superaban en número y dinero gastado. Descubrió que, con el tiempo la gente reconocería la verdad y la respaldaría. Siguió colaborando como voluntaria con la CSO y aprendió muchas otras lecciones valiosas, una de las cuales fue la de la importancia de ayudar a otros para establecer enlaces con ellos. Más adelante dijo: “Una vez que se ayuda a las personas, la mayoría se vuelven muy leales. Las personas que nos dieron su ayuda … cuando buscamos voluntarios, fueron las mismas a las que antes les habíamos ayudado.”[9] Al fin, Fred Ross pudo contratar a César como empleado a tiempo completo de la CSO, con un sueldo de 35 dólares por semana. Es interesante observar que, a pesar de toda su fama y su trabajo duro, César Chávez, en toda su vida, nunca ganó más de 5,000 dólares al año.

Se convirtió en una potencia dentro de la CSO —sus experiencias personales y el adiestramiento de trabajo le habían preparado para ser un organizador eficaz. En 1958, participó en una disputa de los trabajadores agrícolas en Oxnard. Primeramente, ordenó una huelga de brazos caídos en los campos para oponerse a las prácticas negativas de contratación de los agricultores. También organizó el primero de muchos boicots secundarios (se trata de boicotear a los comerciantes que venden los productos.) Asimismo, Chávez se aseguró de que los trabajadores llevaran registros meticulosos, de modo que pudiera utilizarlos para demostrar lo que había ocurrido en realidad (en lugar de basarse en los dichos.) Además, los trabajadores presentaron piquetes en las asambleas, le presentaron demandas formales al gobierno y marcharon con una bandera de la Virgen de Guadalupe. Fue en Oxnard donde César vio que todo se completaba. El uso de boicots, marchas, imágenes religiosas y cabildeos políticos llegaron a asociarse con César en años posteriores; pero todo ello comenzó en Oxnard. Asimismo, la experiencia de Oxnard le hizo comprender que los trabajadores necesitaban establecer contratos formales con los agricultores para poder conservar las ganancias por las que estaban luchando. Se dio cuenta de que, sin un contrato sindical formal, los agricultores tendrían libertad para volver a sus prácticas habituales. Consideró que la CSO necesitaba formar un sindicato. Sin embargo, los dirigentes de la CSO no aprobaron los intentos hechos por César para crearlo.

Continuó trabajando para la CSO y, al hacerlo así, llego a tomar conciencia de los problemas que las minorías urbanas estaban sufriendo. La vida en las ciudades tenía su propio conjunto de desafíos para las minorías y César no olvidó nunca que todos necesitaban recibir ayuda. Trabajo en la CSO durante otros tres años y llego a ganarse amistades políticas valiosas. Una de sus nuevas asociadas fue Dolores Huerta, que iba a hacerse sinónimo de César Estrada Chávez. No obstante, su corazón estaba con los trabajadores migratorios. La CSO consideraba que su misión estaba en las ciudades. Por su parte, César sentía que la suya estaba centrada en los campos. En una de muchas tomas de conciencia, decidió hacer lo que consideraba más conveniente para los trabajadores migratorios. Renunció a su empleo en la CSO y decidió iniciar un sindicato por sí solo.

Capítulo 7: Sí, Se Puede (Yes, it can be done)

“Estamos cansados de palabras, traiciones e indiferencia … todo ello siguió adelante en tanto los trabajadores agrícolas no dijeron ni hicieron nada para ayudarse … Ahora tenemos una nueva fe. Por medio de nuestra voluntad firme, nuestro movimiento está cambiando esas condiciones … Nos tienen que escuchar.”
César E. Chávez

Desde los comienzos mismos del UFW (United Farm Workers (Sindicato de Trabajadores Agrícolas)) la base de César fue Delano, California. Fue allí donde estableció su primera oficina principal. Escogió esa población porque tenía una comunidad agrícola asentada durante todo el año y porque allí vivía su hermano Richard, que podría ayudarles. La Farm Workers Association (Asociación de Trabajadores Agrícolas) surgió en Delano en 1962. Chávez se esforzó en organizar un sindicato poderoso, sabiendo que pasaría bastante tiempo antes de que pudiera tener un número de miembros suficiente para ser eficaz. Se desplazó de campamento en campamento, repartiendo cuestionarios y reuniéndose con los trabajadores con el fin de saber cuáles eran sus necesidades.


Un grupo en el Vestíbulo Sindical de UFW en Santa Maria, a comienzos de la década de 1970
Fotografía de Manuel Echavaria

La finalidad primaria de las actividades era la de ayudar directamente a los trabajadores. Con la ayuda de los miembros de su sindicato, César abrió una pequeña unión de crédito para ayudarles a los trabajadores a solucionar los problemas financieros. Les abrió las puertas de su hogar y muchos iban a Delano a darle a conocer las grandes penalidades que estaban soportando. Como la casa de su madre, la de Chávez estaba abierta para todos los que lo necesitaban. Poco a poco, César empezó a contratar a otros líderes para que le ayudaran. El reverendo Jim Drake comenzó a colaborar con él y logró llevar consigo a un movimiento ecuménico (muchas religiones) — el California Migrant Ministry (Ministerio Migratorio de California.) El CMM se componía de líderes protestantes consagrados a ayudarles a los trabajadores agrícolas en los campos. La relación de estos ministros con los trabajadores resultó muy emotiva para César. Les rogó a los dirigentes de la iglesia católica que enviaran más sacerdotes a los campos para atender a las necesidades de los trabajadores. Aunque él mismo era católico, creyó siempre que el movimiento debería incluir a otros, fueran cuales fueran su fe, su credo o su religión. Durante el resto de su vida, César contó con un fuerte respaldo ecuménico. Reclutó también a su primo Manuel para que le ayudara (durante su vida, siempre se basó en sus familiares para que le sirvieran como consejeros.) Además, logró convencer a Dolores Huerta para que volviera a unirse a él.

Había llegado el momento de establecer formalmente el sindicato. El 30 de septiembre de 1962, se fundó el nuevo sindicato, The National Farm Workers Association (La Asociación Nacional de Trabajadores Agrícolas.) Eligieron a Chávez presidente, a Dolores Huerta y Gilbert Padilla, vicepresidentes, y a Antonio Orendain como secretario tesorero.

En su primera asamblea en masa se reveló la poderosa bandera del sindicato. El águila negra y la bandera roja y blanca se convirtieron en una imagen unificadora para el sindicato y los mexicoamericanos a todo lo largo y lo ancho de los Estados Unidos. Esa noche, Manuel Chávez explicó el simbolismo de la bandera: el águila negra significaba la situación obscura de los trabajadores agrícolas. El círculo blanco representaba esperanzas y aspiraciones. El fondo rojo era el trabajo duro y los sacrificios que tendrían que realizar los miembros del sindicato. También adoptaron una nueva consigna: “Viva la Causa” (Long Live Our Cause.) Las opiniones del sindicato se difundirían por medio del periódico El Malcriado(the unruly one).[10]


César E. Chávez con signos de la NFWA al fondo
Fotografía de Oscar Castillo, por cortesía de la César E. Chávez Foundation

Una vez establecido el sindicato, se inició una serie de huelgas que iban a darle a César importancia nacional. Los trabajadores llegaron a confiar en él porque contribuyo a que se ayudaran ellos mismos. En una entrevista de noticias, con Wendy Goepel, Chávez habló de su consagración a la habilitación de los trabajadores. La mujer repitió algunas de las palabras del líder sindical como sigue:


“Un sindicato debe constituirse en torno a la idea de que la gente debe hacer muchas cosas por sí misma para su propia ayuda. Hay demasiadas personas, considera César, que tienen la idea de que los trabajadores agrícolas sólo sirven para que otros les ayuden. La gente quiere darles cosas. De ese modo, con el tiempo, algunos de ellos llegan a esperar siempre ayuda de otros. Cambian la idea que tienen sobre ellos mismos. Se salen de la idea de que son ellos los que deben hacer todas las cosas para sí mismos. Han aceptado el concepto de que son “demasiado pequeños” para poder hacer algo, excesivamente débiles para hacerse oír e impotentes para modificar sus propios destinos. Por supuesto, el líder se entrega desinteresadamente a los miembros; pero debe esperar y exigir que ellos se entreguen del mismo modo a la organización. Existe sólo para hacer que la gente sea fuerte.”

Este fortalecimiento era la meta del UFW. El sindicato tuvo muchos éxitos y fracasos hacia el final de sus primeros tiempos; pero su prueba primordial iba a llegar con la Delano Grape Strike (Huelga de la Uva de Delano) que se inició en 1965.

Capítulo 8: La huelga (The Strike)

“Vamos orar mucho y a tener muchas huelgas”.
“En la abstención de la violencia no hay derrota”.
“Estoy convencido de que el acto de valor más verdadero, el más poderoso de hombría es el de sacrificarnos nosotros mismos por otros en una lucha totalmente no violenta en pro de la justicia”.
César E. Chávez

La Huelga de la Uva de Delano pasó de ser pequeña y local a adquirir importancia nacional. Empezó con los trabajadores filipinos (Agbayani) que le pidieron a la NFWA que apoyara su huelga. Chávez estuvo de acuerdo y se pasó varios días haciendo campaña entre los trabajadores para que apoyaran la huelga. César vio una oportunidad de lograr algo muy importante con aquella huelga. Se convocó a una gran asamblea para el 16 de septiembre (el Día de la Independencia de México.) Aunque asistieron principalmente mexicanos y mexicoestadounidenses, el salón incluía también a afroamericanos, puertorriqueños, filipinos, árabes y angloamericanos.[11] Después de escuchar un discurso inspirador de César, todos los asistentes votaron para unirse a la huelga. La huelga se había iniciado y cubría una zona de más de 1,024 kilómetros cuadrados (400 millas cuadradas.) Muy pronto, adquirió el aspecto y las características de la mayoría de las otras grandes huelgas agrícolas. Los rancheros contrataron a esquiroles (rompehuelgas) y asediaron a los piqueteros. También trataron de atemorizarlos con escopetas y perros. Los rociaron con productos químicos e hicieron que los acosara la policía. Sin embargo, la mayoría de los trabajadores agrícolas siguieron consagrados a la huelga.

En el lado sindical de la huelga, César hizo un llamamiento a la abstención de la violencia. Reconocía el poder espiritual y político de rechazar la violencia por su estudio de las luchas de Gandhi en la India y las del reverendo Martin Luther King Jr., en los Estados Unidos. Se dio cuenta de la simpatía que se atrajeron las medidas no agresivas a la comunidad afroamericana en su lucha contra las autoridades del Sur. Muchos consideraron el movimiento de César como una extensión del movimiento no violento en pro de los derechos civiles de la década anterior. Fue el recurso a la abstención la violencia lo que hizo que Chávez convenciera a muchos de que respaldaran sus boicots y actos políticos. César Chávez y Martin Luther King, Jr., fueron los símbolos de un movimiento nacional en pro de los derechos civiles. Aun cuando la mayoría de los actos de César se destinaron específicamente a los trabajadores agrícolas migratorios, se preocupaba también por las penurias de toda la gente —sobre todo de los privados de sus derechos civiles—, en gran parte como lo había hecho Martin Luther King, Jr., antes que él.

Puesto que acudían cada vez más personas a apoyar su huelga, Chávez comenzó a atraer una mayor atención nacional. Dirigió su mensaje a los alumnos de las universidades de California y los estudiantes le dieron su respaldo. Grandes sindicatos tales como la United Auto Workers le prestaron su apoyo. Muy pronto se le unieron los medios de comunicaciones. Un programa especial de la televisión nacional, denominado “The Harvest of Shame” (Cosecha de vergüenza) le mostró a todo Estados Unidos las condiciones laborales miserables que tenían que soportar los trabajadores migratorios. Comenzaron a llegar a Delano reporteros de todos los rincones de la nación para entrevistar a César y otros dirigentes sindicales. Sin embargo, el punto culminante de la huelga quedaba todavía por llegar.


Fotografía de Cathy Murphy, por cortesía de United Farm Workers

César planeó una marcha de Delano a Sacramento en marzo de 1966. El propósito de esa marcha era conseguir el apoyo del gobernador de California, Edmund “Pat” Brown, además de hacer aumentar todavía más la exposición al pueblo de la causa del sindicato. Se denomino peregrinaje porque tenía tanto de esfuerzo de unificación como de marcha de protesta. César caminó todo el recorrido, reuniendo cada vez más partidarios conforme avanzaba. Esa marcha fue una procesión de varias nacionalidades, que luchaban todas ellas por la misma causa. Llevaban las banderas del sindicato, los Estados Unidos y México, además de un estandarte de la Virgen de Guadalupe. Al acercarse la marcha a Sacramento, convocaron a César a una reunión de urgencia con el dirigente de la asociación de agricultores. Los propietarios aceptaron las demandas del sindicato. Los trabajadores agrícolas habían triunfado. Fue el primer contrato sindical entre los agricultores y un sindicato de trabajadores campesinos en la historia de los Estados Unidos. Los dueños cedieron ante las presiones que estaban recibiendo por parte de ciudadanos, compradores e incluso obreros de otras zonas que respaldaban la huelga. Unos cuantos días después, los participantes de la marcha celebraron la victoria en las escalinatas del capitolio estatal. El gobernador no fue a saludarles; pero no importaba. Habían ganado lo que se habían propuesto obtener: un contrato verdadero y de larga duración. Lo hicieron así en el espíritu de la abstención de la violencia y la cooperación entre personas de diferentes razas y distintas religiones. Fue realmente una victoria del pueblo. Aunque habían logrado su objetivo, la lucha para tener contratos continuos con otros viticultores iba a proseguir todavía durante muchos años.

Capítulo 9: Problemas y ayuda (Problems and Help)

“Nunca se es tan fuerte que no se necesite ayuda”.
César E. Chávez

Durante la década siguiente, el UFW continuó luchando con los viticultores en pro de los derechos de los trabajadores migratorios. Siguieron esforzándose por obtener contratos sindicales con los productores agrícolas. En cada acción, César y su personal emplearon las mismas tácticas de boicots, marchas, imágenes religiosas y cabildeo político. Había también muchas luchas acaloradas de los obreros, entre la Teamsters Union (Sindicato de Camioneros) y el UFW. La primera de esas asociaciones era un sindicato nacional con millones de miembros. Lucharon contra el UFW para obtener contratos de los viticultores. El UFW no quería que los camioneros representaran a los trabajadores migratorios porque consideraban que estaban firmando contratos colectivos que favorecían a los propietarios. Tenían la sensación de que los camioneros no entendían las necesidades de los trabajadores del mismo modo que lo hacía el UFW. Por su parte, los camioneros creían que podrían utilizar su enorme sindicato para ofrecer seguridad y la fuerza de una agrupación muy grande a los trabajadores. Las peleas para obtener la representación de los trabajadores fueron casi tan amargas como las que tenían lugar entre los agricultores y el UFW. Al final, el UFW consiguió salir triunfante en la mayoría de las luchas para obtener la representación. Esas victorias resultaron de la dirección combinada que ejercieron César y su asociada, Dolores Huerta.

Ninguna biografía de la vida de Chávez estaría completa sin mencionar a su amiga y aliada política de toda la vida, Dolores Huerta. Los dos trabajaron tan bien juntos que resulta difícil separar a uno de la otra en lo que se refiere a su importancia para el sindicato. César era la figura pública que unió a los trabajadores y sus partidarios en todo el país. Por su parte, Dolores trabajó más entre bastidores, pero era una dirigente franca y ardiente que nunca tuvo miedo de marchar al frente. Fue una organizadora brillante y tuvo bajo su responsabilidad la mayor parte de las actividades normativas y legislativas. Escribió discursos, organizó reuniones de apoyo y dedicó una cantidad incontable de horas para asegurarse de que los eventos tuvieran éxito. También se esforzó mucho para asegurarse de que se atendieran bien las operaciones cotidianas de un sindicato. Los miembros del sindicato respetaban sus opiniones y estaban dispuestos a seguirla como líder. Era una oradora pública brillante y llena de poder, que podía sacudir a los trabajadores migratorios y hacerles ver los beneficios de su unión bajo una causa común.

Al igual que César, Dolores no establecía límites restrictivos basados en la raza o la religión. Buscaba las capacidades que podría aportar cada individuo, sin que importara su procedencia. Una de las dimensiones importantes que aplicó a la causa fue la de la importancia de tratar a las mujeres como iguales. Era la personificación de lo que esperaba que la sociedad podría llegar a permitir algún día: que se considerara a las mujeres como personas valoradas por sus realizaciones. Creía que todas y cada una de las personas tenían potencial para triunfar. Era muy influyente para ayudar a la gente a alcanzar el éxito y, por consiguiente, la capacidad de dirigir sus propias vidas. Los asuntos importantes y los esfuerzos de organización atribuidos al UFW fueron el resultado del trabajo conjunto de Dolores, César y otros líderes del sindicato. Sería injusto atribuirle todo el éxito sólo a César, porque hubo muchos otros que estuvieron colaborando para asegurar el triunfo del movimiento.

Dolores trabajó al lado de César durante más de treinta años. Prosiguió sus luchas en pro de la igualdad durante las décadas de 1980 y 1990. En 1988 quedó hospitalizada después de ser golpeada brutalmente por un policía de Seattle durante una concentración de protesta no violenta. La llevaron a la sala de urgencias donde le diagnosticaron una ruptura del bazo y varias costillas rotas. Las cintas de video de la reunión muestran a un policía golpeándola de modo despiadado mientras la mujer estaba obedeciendo sus exigencias de retroceder de la línea de policías. Al igual que César y Martin Luther King, Jr., Dolores fue un verdadero protector en pro de los derechos civiles de todas las personas.


Dolores Huerta
Fotografía de Manuel Echavaria

Capítulo 10: Tiene La Lumbre Adentro
(He has the light inside)

“Hay muchas razones por las que un hombre hace lo que hace. Para poder ser él mismo debe estar dispuesto a dar de sí todo lo que tiene. Si un líder no puede darlo todo, no puede esperar que su gente dé algo.”
César E. Chávez

Durante muchas de las luchas laborales que tuvieron lugar después de Delano, César comenzó a usar “el ayunordquo; como modo de protesta y para protestar contra las injusticias que estaban ocurriendo. Ayuno es cuando alguien se abstiene de comer durante cierto período. Algunas veces, las personas se dedican a un ayuno con agua, lo que quiere decir que no comen, pero siguen bebiendo agua. César tuvo muchos ayunos durante su vida para atraer la atención hacia asuntos importantes.

Para César, el ayuno era algo tan espiritual como político. Se preparaba para ellos por medio de la oración y la meditación. Con frecuencia comenzó a ayunar sin decírselo a nadie, puesto que se trataba de algo muy espiritual. Durante toda su vida, consideró el ayuno como una actividad espiritual que le ayudaba a superar sus propias flaquezas, además de que constituía una fuerza para conseguir el respaldo continuo de otros. Se dio cuenta de que no podría hacer todo su trabajo por sí solo, de modo que esperaba que mediante su sacrificio podría conseguir respaldo de una gran variedad de fuentes. Es importante recordar que, aunque espirituales, los ayunos eran también un arma táctica muy eficaz. Le hizo obtener atención nacional y la simpatía de muchos millones. La gente veía a un hombre dispuesto a sacrificarse de modos que ellos mismos no deseaban. Como resultado de ello, lo apoyaron de modos que podían hacerlo como, por ejemplo, mediante boicots. Aunque los ayunos de César tenían motivos políticos, eso no quiere decir que no fueran sinceros. Eran ambas cosas. En cierta ocasión, a ese respecto, dijo: “El ayuno es un acto espiritual muy personal y no se lleva a cabo de modo imprudente. No tiene su origen en ningún deseo de destruirse uno, sino una firme convicción de que permite una comunicación con la gente, ya sea con nuestros partidarios o con nuestros contrarios, más rápida y eficaz desde el punto de vista espiritual que lo que pudiera lograrse de otos modosrdquo;.[12]

En 1968, César llevó a cabo un ayuno de veinticinco días que atrajo la atención nacional a La Causa. El enfoque de dicho ayuno fue el de atraer la atención al principio de abstención de la violencia. Durante una huelga llena de tensiones, algunos de los miembros del UFW deseaban ejercer represalias contra la violencia que se empleaba contra ellos. César les suplicó a los miembros que siguieran entregados a los principios de abstención de la violencia en pro de los que estaban tanto él mismo como su sindicato. 1968 fue un año turbulento y resultó difícil convencer a la gente en todas partes de que la violencia no era la solución para sus problemas. Chávez no quería que esa actitud prevaleciera en su sindicato, de modo que les anunció a los líderes que iba a ponerse en ayuno hasta que los miembros ldquo;tomaran la decisión de que no iban a cometer actos violentos.”[13] Conocía la importancia de ese ayuno. Sabía que tendría que obtener la atención de muchos para que el ayuno influyera en ellos, así que se mudó a un local de almacenamiento en la sede del sindicato. Lo único que tenía consigo era un catre pequeño y unos cuantos artículos religiosos. Pronto, muchos centenares de personas lo visitaban y celebraban misa con él diariamente. Sabían que César estaba ayunando para ayudarles y atraer la atención hacia sus necesidades, no las suyas propias. Abandonó raramente el pequeño local; pero el sindicato seguía trabajando. César fue citado a que declarara ante un juez respecto algunas de las actividades de la organización. Muchos miles de personas rodearon el palacio de justicia para ofrecerle su apoyo, porque se daban cuenta de que lo necesitaba en su estado de debilitamiento. Cuando Chávez se esforzó en dar su testimonio, los medios publicitarios se dieron cuenta del valor noticioso del hecho de ocuparse de un hombre tan sincero en sus esfuerzos que seguía defendiendo aquello en lo que creía, a pesar de que se estaba sometiendo al hambre. Muy pronto, su ayuno se convirtió en un acontecimiento nacional. Llegaron cartas de respaldo de todo el país. Líderes como el doctor Martin Luther King, Jr., y Robert Kennedy le enviaron su aliento. Todo el país tomó conciencia de lo que defendía César: la abstención de la violencia, la unidad y La Causa. Decidió poner fin a su ayuno al cabo de veinticinco días. Concluyó con una misa católica al aire libre. Aunque estaba demasiado débil para ponerse de pie y hablar, hizo que un amigo leyera un mensaje que había escrito antes. Expresa sus poderosas razones espirituales para el ayuno. Dice:


“Nuestra lucha no es fácil. Los que se oponen nuestra causa son ricos y poderosos, y tienen muchos aliados en los altos niveles. Nosotros somos pobres. Nuestros aliados son pocos; pero tenemos algo que los ricos no poseen. Tenemos nuestros cuerpos y nuestros espíritus y la justicia de nuestra causa es nuestra arma.
Cuando somos realmente sinceros con nosotros mismos, debemos admitir que nuestras vidas son lo único que nos pertenece realmente Por eso, es el modo en el que utilizamos nuestras vidas el que determina la clase de hombres que somos en realidad. Tengo la creencia profunda de que sólo entregando nuestras vidas podemos hallarlas. Estoy convencido de que el acto más verdadero de valor, el más firme exponente de la hombría, es el de sacrificarnos por otros, dentro de una lucha totalmente no violenta en pro de la justicia. El ser hombre es sufrir por otros. Dios nos ayude a ser hombres”
César E. Chávez

En 1969, Chávez podía ordenar una jornada nacional por La Causa. Los esfuerzos hechos por los productores agrícolas de California para evadir los boicots de marcas específicas hicieron que el sindicato pidiera un boicot nacional de toda la uva de mesa. La uva se convirtió en un símbolo nacional de la explotación de los trabajadores agrícolas y muy pronto, gente de toda la nación decidía boicotear la uva. Muchos voluntarios comenzaron a formar piquetes en los supermercados que vendían uva. El hecho de comprar uva se convirtió en un asunto moral. Muchos decidieron no adquirir esa fruta porque simpatizaban con la lucha. Otros compraron uva a propósito para mostrar su respaldo a los productores agrícolas. Sin embargo, la mayoría se pusieron del lado de los trabajadores migratorios y el boicot se transformó en un suceso nacional. César estaba en el centro de ese movimiento e incluso apareció en la portada de la revista Time el 4 de julio de 1969.

Con el tiempo, la mayoría de las ciudades principales de Estados Unidos (y algunas canadienses) empezaron a rechazar embarques de uva, puesto que había millones de kilogramos que se estaban pudriendo debido a que había tanta gente que se negaba a comprar la fruta. Como resultado de ello, el 29 de julio de 1970, la mayoría de los viticultores de la región acordaron firmar contratos con el sindicato. El UFW había triunfado. Se necesitaron cinco años, pero el sindicato había alcanzado finalmente su meta de firmar contratos con la mayoría de los productores agrícolas. El sindicato salió victorioso porque utilizó tácticas sindicales sólidas en California y también porque logró ganarse el apoyo de muchos millones de personas en los Estados Unios. La batalla de la uva llegó a simbolizar el poder de los estadounidenses para unirse en pro de una causa común.

Capítulo 11:Viva La Causa (Long Live The Cause)

“Es asombroso que las personas puedan emocionarse tanto por un cohete lanzado a la luna y no preocuparse en absoluto del smog, los derrames de petróleo, la devastación del ambiente con los pesticidas, el hambre y las enfermedades. Cuando los pobres compartamos parte del poder que monopolizan en la actualidad los poderosos, nos desetenderemos también de todo.”
César E. Chávez

Durante los años de la década de 1970, César E. Chávez y el sindicato siguieron luchando por los trabajadores en los piquetes y la arena política. En 1972, el UFW se volvió afiliado independiente (asociado) de un sindicato, el gran AFL-CIO nacional. Esta fusión aumentó el poder del sindicato. También pudo aprovechar su poder político para que fuera derrotada la propuesta 22 de California que, de salir aprobada, les hubiera arrebatado gran parte del poder político que el UFW y otros sindicatos se habían esforzado tanto en obtener. En 1975, la azada (el azad\n) de mango corto, que requería que el usuario trabajara de tal modo que se ejercía una presión muy dolorosa sobre la espalda, fue puesta finalmente fuera de la ley debido a los esfuerzos realizados por el sindicato. Sin embargo, había confrontaciones continuas con los agricultores y los esfuerzos de sindicalización de los camioneros (Teamsters.) Aunque contaba con el apoyo de muchos, Chávez no fue siempre capaz de persuadir a los políticos y los votantes de la conveniencia de las metas del UFW. Muchas propuestas de California se aprobaron en contra de sus deseos. Ciertas agencias del gobierno a cargo de las relaciones laborales, tales como la Farm Labor Board (Junta de trabajo agrícola), votaron contra las demandas del sindicato. Con frecuencia, los políticos contrarios a los trabajadores agrícolas eran quienes nombraban a los miembros de la Farm Labor Board. Para César y su sindicato había siempre victorias seguidas por derrotas; pero la lucha proseguía. Los boicots instituidos por el UFW contra la lechuga y la uva iban a continuar durante muchos años; aunque estuvieron ligados a diversos asuntos específicos. Aunque perdieron parte de sus batallas, los trabajadores agrícolas migratorios siguieron estando en mejores condiciones que antes en los aspectos en que se mantuvo la presión política. Incluso, en sus pérdidas, el sindicato fue capaz cuando menos de plantear temas que servirían como puntos de unión en negociaciones futuras. La historia de César no es de triunfos continuos, sino de lucha constante por lo que era bueno.


César continuó sus esfuerzos en pro de los trabajadores en las décadas de 1980 y 1990. Aun cuando la cantidad de miembros del sindicato disminuyó en esos perRodos, César siguió adelante en su lucha por una buena causa. Esto fue real sobre todo en lo que se refiere a la batalla contra el uso desmedido de pesticidas. En la década de 1970, muchos productores agrícolas no deseaban negociar con el UFW porque eso significaría que se verían obligados a respetar la posición firme del sindicato contra el uso excesivo de pesticidas. Otros de los sindicatos estaban dispuestos ignorar los efectos de los pesticidas; pero no el UFW. En 1980, el UFW produjo una película. “The Wrath of Grapes” (La furia de la uva), en la que se presentaron pruebas de los defectos natales y los índices elevados de cáncer que estaban causando los pesticidas. Gran parte de las cosas por las que estuvo luchando César en contra del abuso de los pesticidas se pueden encontrar en algunas porciones de un discurso que pronunció en 1990:


“Hace muchas décadas, la industria química les prometió a los productores agrícolas que los pesticidas generarían grandes riquezas y cosechas abundantes en los campos … En realidad, ¿cuál es el efecto de los pesticidas? Han creado un legado de dolor, miseria y muerte tanto para los trabajadores del campo como para los consumidores … Esos pesticidas empapan los terrenos. Además, son llevados por el viento, contaminan las aguas y los comen los consumidores indefensos. Son venenos diseñados para matar y representan una amenaza muy real tanto para los trabajadores agrícolas como para los mismos consumidores. Los campos se rocían con pesticidas tales como Captan, Parathion, Phosdrin y bromuro de metilo. Esos productos tóxicos causan cáncer, mutaciones del ADN y defectos de nacimiento horribles. El Valle Central de California es una de las regiones agrícolas más ricas del mundo. En su centro hay grupos de niños que se mueren de cáncer. Viven en comunidades rodeadas por los viñedos que dan empleo a sus padres. Los niños entran en contacto con los venenos cuando juegan al aire libre, beben agua y abrazan a sus padres que regresan de los campos. Y se están muriendo … ”[14]

César llevó su cruzada contra el uso peligroso de pesticidas por todo Estados Unidos. Hizo todo lo que estuvo a su alcance, incluyendo el ayuno, para obtener respaldo para su causa. En 1988, celebró un ayuno de treinta y seis días. Se nombró “Ayuno por la vida”Una vez más, la nación tomó nota. Se reunieron muchos partidarios alrededor de César y ejercieron presiones sobre las compañías que estaban utilizando los pesticidas fuertes. Muchos políticos y personajes destacados celebraron miniayunos de tres días para mostrar su apoyo a Chávez. Finalmente, la fuerza y la determinación de César salieron triunfantes y los productores agrícolas escucharon su angustia y comenzaron a revisar su utilización de productos químicos. Chávez seguía todavía preocupado por el uso de pesticidas antes de su muerte. No consideraba que se hubiera ganado del todo la batalla.


César con los estudiantes
Fotografía de Ann Benson, por cortesía de El Malcriado

Capítulo 12: El Fin y El Futuro (The End and The Future)

“No hay vuelta atrás … Vamos a ganar. Estamos triunfando porque la nuestra es una revolución de la mente y el corazón … ”
“En este mundo es posible obtener grandes riquezas materiales y llevar una vida llena de opulencia; pero una existencia construida sobre esas cosas deja un legado poco profundo. A fin de cuentas, se nos juzgará por otras normas.”
César E. Chávez

El interés de Chávez por su gente siguió hasta el final de su vida. Continuó organizando actos políticos hasta los comienzos de la década de 1990. Siguió coordinando huelgas y hablando en reuniones y universidades, difundiendo continuamente el mensaje en el sentido de que la batalla por los derechos humanos y la seguridad de las personas no había concluido. Luchó ante los tribunales, cuando los productores agrícolas trataron de utilizar escapatorias legales tales como el cambio de los derechos de propiedad para anular contratos anteriores con el sindicato. Fue de pueblo en pueblo, tratando de convencer a los consumidores de que no comieran uva hasta que estuviera carente de pesticidas.[15]

El cuerpo de César se rindió finalmente en abril de 1993. Murió mientras dormía por causas naturales, mientras estaba a la mitad de una defensa del sindicato en una demanda legal. Tenía sesenta y seis años de edad. Su funeral se celebró el 29 de abril de 1993. Acudieron más de 30,000 personas de todo Estados Unidos para rendirle los últimos respetos. En la misa de su funeral, el cardenal Roger M. Mahoney dijo que Chávez fue “un profeta especial para los trabajadores agrícolas del mundo”.


Fotografía de Jocelyn Sherman

César está enterrado en la sede de California del UFW, en La Paz, y su influencia se sigue dejando sentir. El UFW sigue representando a una gran porción de los trabajadores agrícolas de los Estados Unidos. Sigue adelante, impulsado por César y no ha perdido rumbo aunque esté sin él. El UFW sigue ayudando a los explotados y a aquellos cuyas vidas se ponen en peligro por los cultivos mismos que tratan de cosechar.

En 1994, se le otorgó a César Estrada Chávez la Medalla de la Libertad, el honor más alto de los Estados Unidos para personas civiles. La aceptó su esposa y compañera durante tantos años, Helen Chávez. Durante la ceremonia, el presidente Clinton dijo sobre Chávez:


“Nacido en Arizona, en 1927, en la pobreza de la era de la Depresión, sirvió en la marina de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial y llegó a convertirse en uno de nuestros mayores adalides del cambio no violento. Para su propia gente, fue una especie de Moisés. Los trabajadores agrícolas que laboraban en los campos y ansiaban tener respeto y autosuficiencia depositaron sus esperanzas en este hombre notable que, con fe y disciplina, con humildad, palabras suaves y una fuerza interior asombrosa, llevó una vida llena de valor. Y al hacerlo así, aportó dignidad a las vidas de muchos otros y nos proporcionó inspiración para el resto de la historia de nuestra nación.”

Helen Chávez recibe la Medalla de Libertad de manos del presidente Bill Clinton
Fotografía por cortesía de la César E. Chávez Foundation

Ese mismo año, la familia de Chávez y la dirección del UFW crearon la fundación César E. Chávez. Sus metas son las de seguir inspirando a otros. Entre los proyectos futuros se incluyen la Biblioteca y el Centro de Educación César E. Chávez. Esas instituciones en su memoria se establecerán para que los valores que demostró Chávez se sigan enseñando a personas de todas partes.



Bibliografía

Chávez, César E. “The Mexican-American and The Church.” El Grito, verano de 1968.

Chávez, César E. (entrevistado por Wendy Goepel). “Viva La Causa.” Farm Labor, Vol.1, No. 5, abril de 1964.

Chávez, César. El plan de Delano.:

Chávez, César E. Declaración de César Chávez al concluir su ayuno de veinticinco días en pro de la no violencia.

Chávez, César E. - Tacoma, Washington.

“Education of the Heart- Citas de César Chávez.”

“Dolores Huerta Biography.” (Biografía de Dolores Huerta)

Clinton, William Jefferson. “Comentarios del presidente en la ceremonia de la Medalla de la Libertad”, 8 de agosto de 1994.

Ferriss, Susan and Ricardo Sandoval. The Fight in the Fields: César Chávez and the Farmworkers Movement. Paradigm Productions, Inc. 1997.

Griswold del Castillo, Richard and Richard A. Garcia. César Chávez: A Triumph of Spirit. Norman, Oklahoma: University of Oklahoma Press. 1995.

McWilliams, Carey.North From Mexico. New York: Greenwood Press. 1968.







[1] ____. “Education of the Heart-Quotes by César Chávez.” Del dominio en la red del UFW. Todos los capítulos comenzarán con citas de este dominio en la red.

[2]Griswold Del Castillo, página 5.

[3]Griswold Del Castillo, página 5.

[4] Griswold Del Castillo, página 6.

[5] Griswold Del Castillo, página 12.

[6] Griswold Del Castillo, página 13.

[7] McWilliams, página 247.

[8] Griswold Del Castillo, página 33.

[9] Griswold Del Castillo, página 27.

[10] Griswold Del Castillo, página 37.

[11] Griswold Del Castillo, página 43.

[12] Griswold Del Castillo, página 121.

[13] Griswold Del Castillo, página 85.

[14] “Address by César Chávez” Pacific Lutheran University, marzo de 1989

[15] Ferriss and Sandoval, página 247.